Ante la diversidad de modelos teóricos, los
profesionales y científicos, adoptaron fundamentalmente dos posiciones: reduccionismo
e integracionismo.
Desde la perspectiva reduccionista, las
diferencias de procedimientos fueron interpretadas como desviaciones o
variaciones incorrectas de las técnicas legítimas o bien como el resultado de
nuevos desarrollos pero de menor categoría resultando, por lo tanto,
inferiores. Esto da lugar a la competencia y la rivalidad entre los diferentes
enfoques. Si bien el debate científico es necesario para el crecimiento de una
disciplina, también puede desvirtuarse en una polémica en la que cada uno
intenta mostrar su superioridad, asemejándose más a una lucha que a una
búsqueda de una verdad científica.
En el otro extremo se encuentra la
perspectiva integracionista. Se empezó a observar que los pacientes recurrían a
cualquier procedimiento alternativo cuando no obtenían los resultados esperados
con una técnica determinada. Basado en esta realidad empírica, surgieron las
técnicas combinadas. Así fue como las técnicas sistémicas, inicialmente
pensadas para aplicar en redes de interacción, extendieron su aplicación a
tratamientos de pacientes individuales; las técnicas conductistas que requerían
cambios en el condicionamiento de los individuos empezaron a aplicarse a
estructuras interaccionales como la familia; las psicoterapias psicodinámicas
comenzaron a aplicarse mediante técnicas breves, etc.
Así, la combinación de técnicas
provenientes de diferentes enfoques, comenzaron a aplicarse en un número
creciente de tratamientos dando lugar a una postura que superara los planteos
reduccionistas y los procedimientos mixtos. Así surgió una tercera postura
tendiente a elaborar modelos teóricamente consistentes que apoyaran estos
procedimientos mixtos y surgieron dos alternativas dentro de ésta: los modelos
eclécticos y los modelos integrativos.
Los modelos eclécticos consistieron en la
utilización de técnicas provenientes de diferentes enfoques aprovechando que
demostraron ser eficaces en su implementación original. Un principio sustentado
por estos modelos es que las distintas psicoterapias tienen elementos comunes,
y por ende, es posible reagrupar diferentes procedimientos técnicos a favor de
un modo de operar diversificado. Otro de sus principios es que los resultados
obtenidos a través de una técnica considerada eficaz, son independientes del
grado de conocimiento que el profesional tiene sobre el marco teórico que la
sustenta. La precisión al usarla depende de haber logrado el entendimiento
adecuado y de poseer la capacidad y habilidades necesarias.
Los modelos integrativos tienen una
perspectiva similar pero la distinción fundamental está dada por el principio
en el que se apoyan. Éste consiste en que las aportaciones de los distintos
enfoques terapéuticos pueden combinarse no por la yuxtaposición armónica de
diferentes procedimientos en un mismo nivel de organización teórico y técnico
sino que pueden integrarse en un nivel superior de elaboración conceptual en el
cual puedan basarse. Entonces adquieren una completa reformulación en términos
de la nueva estructura teórica y clínica generada. En este sentido, suponen una
nueva construcción epistemológica que debe ser justificada y no se agota en la
mera yuxtaposición de conceptos precedentes. Por eso es necesario hablar de los
modelos integrativos en plural ya que la elaboración de uno de estos modelos no
implica la construcción de un único y totalizador sistema de psicoterapia sino
que da lugar también a otras alternativas.
Bibliografía:
- Fernández Álvarez, H. Fundamentos de un modelo integrativo en psicoterapia. Cap. 1. Justificaciones de un modelo integrativo de psicoterapia.
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