El libro “Sigmund Freud, mi padre” cuenta algunas anécdotas de la vida familiar de Sigmund Freud. Este libro fue escrito por su hijo mayor. Comparto algunos fragmentos del mismo:
“Cuando mis abuelos advirtieron que su hijo no era común, le prestaron especial atención y desde sus tiempos de escolar, durante la universidad y hasta que fue interno en el Hospital General de Viena, le dejaron utilizar una habitación para él solo, privilegio que era el único de la familia en gozar. Esta atención a un miembro de la familia, a expensas de los demás, se basaba, simplemente, en la firme creencia de Jakob y Amalia de que su Sigmund tenía dotes extraordinarias y estaba destinado a ser famoso. Por eso, ningún sacrificio era demasiado por él. Podría haberse hecho mimado y ser, en consecuencia, perjudicial para los demás hijos, pero no fue así. No mostraba egoísmo, excepto en un punto raro: era inflexible su demanda de que no se tocase el piano en el departamento. Su actitud hacia los instrumentos de música de cualquier clase no cambió en toda su vida.”
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”Mi padre empezaba a trabajar a las ocho de la mañana y no era raro que siguiese en su labor hasta las tres de la mañana siguiente, con interrupciones para almorzar y cenar; la primera pausa era amplia, para incluir un paseo que, casi siempre, abarcaba todo el círculo de la Ringstrasse, aunque a veces lo abreviaba cruzando la ciudad interior para recoger o entregar pruebas a sus editores. Sin embargo, no debe creerse que estas excursiones tomaban la forma de paseos ociosos para gozar de la belleza de la Ringstrasse y sus árboles florecientes en primavera. Mi padre caminaba a una velocidad espantosa.”
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“Cuando tenía unos meses atareados no lo veíamos mucho, aunque a juzgar por su correspondencia a su íntimo amigo, el doctor Fliess, nos veía más de lo que imaginábamos entonces, contemplando aparentemente nuestras actividades infantiles con placer y mucha diversión. Durante las vacaciones de verano, que podían durar tres meses, tomábamos firme posesión de nuestro padre. Él dejaba a un lado sus preocupaciones profesionales y todo era carcajadas y alegría.”
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“Nuestra educación podría ser denominada "liberal". Jamás nos ordenaron hacer esto o no hacer lo otro; nunca nos dijeron que no hiciéramos preguntas. Pero no faltaba la disciplina. Mi madre gobernaba su casa con gran bondad y con gran firmeza.”
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“A mi padre no le entusiasmaba la comida en general, pero como la mayoría, tenía sus preferencias. Le gustaban mucho los alcauciles, pero nunca probaba coliflor y no le gustaba el pollo. ‘No se debe matar las gallinas —decía a veces—; dejadlas vivir y poner huevos.’ El plato favorito de mi padre era el Rindfleisch, carne de vaca cocida; la comíamos tres o cuatro veces por semana.”
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“Papá detestaba el teléfono. Mi teoría es que cuando mi padre se comunicaba hablando con otro ser humano, la conversación debía ser muy personal. Lo miraba a uno a los ojos y podía leer sus pensamientos.”
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“Mi padre siempre expresaba su disgusto por Viena. Mi opinión es que a veces mi padre odiaba a Viena y otras amaba a la vieja ciudad y, que en general, le tenía apego. Podía haberse ido de allí en cualquier momento durante los muchos años seguros antes que la sombra de Hitler se cerniese sobre el alegre cielo de la ciudad; pero no lo hizo, ni, según mis conocimientos, pensó seriamente en emigrar. Y hasta finalmente, cuando todo lo obligaba a partir, lo hizo con gran pesar y sólo después de fuerte persuasión.”
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“Cuando tenía unos meses atareados no lo veíamos mucho, aunque a juzgar por su correspondencia a su íntimo amigo, el doctor Fliess, nos veía más de lo que imaginábamos entonces, contemplando aparentemente nuestras actividades infantiles con placer y mucha diversión. Durante las vacaciones de verano, que podían durar tres meses, tomábamos firme posesión de nuestro padre. Él dejaba a un lado sus preocupaciones profesionales y todo era carcajadas y alegría.”
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“Nuestra educación podría ser denominada "liberal". Jamás nos ordenaron hacer esto o no hacer lo otro; nunca nos dijeron que no hiciéramos preguntas. Pero no faltaba la disciplina. Mi madre gobernaba su casa con gran bondad y con gran firmeza.”
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“A mi padre no le entusiasmaba la comida en general, pero como la mayoría, tenía sus preferencias. Le gustaban mucho los alcauciles, pero nunca probaba coliflor y no le gustaba el pollo. ‘No se debe matar las gallinas —decía a veces—; dejadlas vivir y poner huevos.’ El plato favorito de mi padre era el Rindfleisch, carne de vaca cocida; la comíamos tres o cuatro veces por semana.”
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“Papá detestaba el teléfono. Mi teoría es que cuando mi padre se comunicaba hablando con otro ser humano, la conversación debía ser muy personal. Lo miraba a uno a los ojos y podía leer sus pensamientos.”
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“Mi padre siempre expresaba su disgusto por Viena. Mi opinión es que a veces mi padre odiaba a Viena y otras amaba a la vieja ciudad y, que en general, le tenía apego. Podía haberse ido de allí en cualquier momento durante los muchos años seguros antes que la sombra de Hitler se cerniese sobre el alegre cielo de la ciudad; pero no lo hizo, ni, según mis conocimientos, pensó seriamente en emigrar. Y hasta finalmente, cuando todo lo obligaba a partir, lo hizo con gran pesar y sólo después de fuerte persuasión.”
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”Mis padres tenían muchos amigos. Mi padre no era huraño: le gustaba la compañía.”
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“Vimos poco a papá en las vacaciones de verano de 1899. Estaba absorbido por el trabajo que no podía descuidar. Era su Interpretación de los Sueños. Era raro que discutiese su trabajo en el círculo familiar, pero esto era una excepción. Todos sabíamos de ello y hasta nos alentaba a contarle nuestros sueños; cosa que hacíamos con entusiasmo. Hasta nos explicaba, en lenguaje sencillo, lo que podía entenderse de los sueños, su origen y significado. […] Se desilusionó cuando su libro fue mal recibido. La crítica era vacua y las reseñas inadecuadas. Una irónica y maliciosa distorsión de las ideas de mi padre amenazaba matar el libro. Esta decepción nunca se comentó y, en consecuencia, no se sintió en casa. Me enteré años después.”
[…]
“Papá no tuvo dificultad en decidir qué profesión debían seguir mis dos hermanos menores. En efecto, lo habían resuelto ya ellos. Uno mostraba señalado talento por la arquitectura y el otro se dedicó por ingeniería matemática. El problema era yo. No tenía el menor interés en lo que atraía a mis hermanos. La medicina como profesión para cualquiera de sus hijos nos fue estrictamente prohibida por papá.”
“Vimos poco a papá en las vacaciones de verano de 1899. Estaba absorbido por el trabajo que no podía descuidar. Era su Interpretación de los Sueños. Era raro que discutiese su trabajo en el círculo familiar, pero esto era una excepción. Todos sabíamos de ello y hasta nos alentaba a contarle nuestros sueños; cosa que hacíamos con entusiasmo. Hasta nos explicaba, en lenguaje sencillo, lo que podía entenderse de los sueños, su origen y significado. […] Se desilusionó cuando su libro fue mal recibido. La crítica era vacua y las reseñas inadecuadas. Una irónica y maliciosa distorsión de las ideas de mi padre amenazaba matar el libro. Esta decepción nunca se comentó y, en consecuencia, no se sintió en casa. Me enteré años después.”
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“Papá no tuvo dificultad en decidir qué profesión debían seguir mis dos hermanos menores. En efecto, lo habían resuelto ya ellos. Uno mostraba señalado talento por la arquitectura y el otro se dedicó por ingeniería matemática. El problema era yo. No tenía el menor interés en lo que atraía a mis hermanos. La medicina como profesión para cualquiera de sus hijos nos fue estrictamente prohibida por papá.”
[…]
“Mi familia, incluso mi padre, se habían convertido en apasionados por los canes. Y sin embargo, ni papá ni mamá habían tenido perros en su juventud. Durante los veranos pasados en los alrededores de Viena papá tenía chows y mi hermana Ana, un alsaciano. Jofi era el favorito de papá y nunca se separaba de él, ni cuando atendía a los pacientes. Siempre decía —y debemos aceptar su palabra porque nunca había testigos durante el tratamiento analítico— que no tenía que mirar el reloj para decidir cuando terminaba la hora de la visita. Cuando Jofi se levantaba y bostezaba sabía que ya era la hora: nunca se demoraba en anunciar el final de la sesión, aunque papá reconoció que podía incurrir en un error de un minuto a expensas del paciente.”
[…]
“El perfecto dominio de sí mismo de mi padre raras veces o nunca le permitía revelar emoción.”
“Mi familia, incluso mi padre, se habían convertido en apasionados por los canes. Y sin embargo, ni papá ni mamá habían tenido perros en su juventud. Durante los veranos pasados en los alrededores de Viena papá tenía chows y mi hermana Ana, un alsaciano. Jofi era el favorito de papá y nunca se separaba de él, ni cuando atendía a los pacientes. Siempre decía —y debemos aceptar su palabra porque nunca había testigos durante el tratamiento analítico— que no tenía que mirar el reloj para decidir cuando terminaba la hora de la visita. Cuando Jofi se levantaba y bostezaba sabía que ya era la hora: nunca se demoraba en anunciar el final de la sesión, aunque papá reconoció que podía incurrir en un error de un minuto a expensas del paciente.”
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“El perfecto dominio de sí mismo de mi padre raras veces o nunca le permitía revelar emoción.”
Bibliografía:
- Freud, M. (1966) Sigmund Freud, mi padre. Hormé-Paidos.
2 comentarios:
Tomando en cuenta el primer fragmento,se podría decir que el carácter narcisista de Freud, el cual se deja ver en sus obras(según mi perspectiva y la de algunos compañeros), seria producto de su actitud de sus padres hacia el. ¿es así?
Hola Nicolás, independientemente de si Freud tenía lo que vos llamas un caracter narcisita, lo que sugiero tengas en cuenta son las series complementarias.
Saludos.
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