El concepto de recuerdos encubridores fue acuñado por Sigmund Freud en 1899 para referirse a los recuerdos conscientes que recubren a otros recuerdos que no pretenden aparecer en la consciencia. Estos recuerdos encubridores no se conservan por su contenido sino que lo hacen por la asociación que guardan con el recuerdo reprimido. Por tal motivo se los considera una formación sustitutiva o solución de compromiso.
A diferencia de los recuerdos del adulto, los recuerdos infantiles, se caracterizan por ser nítidos, indiferentes, visuales (aún en personas sin memoria visual) y refutables.
Se dice que los recuerdos infantiles son nítidos por la vivacidad con la que se conservan, e indiferentes, porque el criterio de selección en la infancia no es el mismo que rige en la adultez. Es por esto que las impresiones que permanecen de los primeros años de vida suelen ser irrelevantes, mientras que en la memoria del adulto, se guardan vestigios que al sujeto le resultan importantes, intensos y están plenamente cargados de afecto.
El aspecto visual de estos recuerdos infantiles refiere a la particularidad de que suelen ser en imágenes y de que el sujeto que recuerda se ve como partícipe de las mismas.
A los recuerdos infantiles, también se los describe como refutables porque no existe garantía de que efectivamente hayan sido tal como se los relata. Otra característica es que no se posee la huella mnémica real y efectiva de ellos sino que ese registro es una elaboración posterior. Por lo mencionado previamente, se considera que todos los recuerdos infantiles son encubridores.
El mecanismo que predomina, y por el cual es posible el encubrimiento, es el desplazamiento, que provoca que un recuerdo sea sustituido por otro. Según la relación temporal que exista entre ellos puede hablarse de recuerdos retrocedentes, adelantadores o simultáneos. Otra nomenclatura válida es la de recuerdos atrasadores, avanzadores o contiguos, respectivamente. En los recuerdos retrocedentes, el recuerdo encubridor pertenece a años anteriores de la vivencia que él subroga. En el caso de los adelantadores, el recuerdo encubridor es posterior a la vivencia que encubre. Por último, en los recuerdos encubridores simultáneos ambas vivencias son contiguas en el tiempo.
Otra forma de distinguir estos recuerdos encubridores es clasificándolos en positivos y negativos dependiendo de que su contenido se halle o no en una relación de oposición con el contenido reprimido.
Finalmente es importante mencionar que un análisis profundo, dentro de un contexto analítico, conduce al descubrimiento del contenido reprimido.
Finalmente es importante mencionar que un análisis profundo, dentro de un contexto analítico, conduce al descubrimiento del contenido reprimido.
Bibliografía:
- Freud, S. Primeras publicaciones psicoanalíticas (1893-1899). Sobre los recuerdos encubridores. En Obras Completas. Volumen III. Amorrortu editores.Freud, S.
- Psicopatología de la vida cotidiana (1901). Recuerdos de infancia y recuerdos encubridores. En Obras Completas. Volumen VI. Amorrortu editores.
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