"En una nota de 1922 Freud sostiene que los celos son un afecto normal, común, universal, presente en todos los sujetos. Los mismos pueden ser evidentes o parecer como ausentes, en este caso es lícito pensar que han sido presa de una fuerte represión". En ese mismo texto Freud presenta tres niveles de celos:
- Normales o competitivos: no son fruto de relaciones actuales sino que derivan de los celos infantiles de la época del complejo de Edipo o del complejo fraterno. "Assoun agrega en este punto que 'los celos exacerbados indicarían, pues, bastante mecánicamente una fijación edípica. Lo que permite sospechar a contrario, en los sujetos que no pueden constituir un objeto de celos, una falla edípica'.". Estos celos tienen cuatro rasgos fundamentales:
- Mantienen una cercanía al estado de duelo: como la reacción ante una pérdida imaginaria o efectiva del objeto de amor. Ponen de manifiesto el hecho de que el yo no acepta dejar de ser amado
- Implica una herida narcisista
- Genera agresividad: por la cual el objeto termina por ser odiado porque se lo ama
- Genera culpa, autorreproche y la sensación de haber sido responsable de su desgracia
- Proyectivos: nacen de las propias infidelidades ya sea de aquellas que se llevaron a cabo como de aquellos impulsos reprimidos.
- Vesánicos: se relacionan con lo delirante y están asociados a la paranoia. Acá también subyacen las propias fantasías de infidelidad reprimidas pero con el objeto del mismo sexo.
Bibliogafía:
- Etcheverry, E. (2014) ¿Qué tendrá ella que no tengo yo? Acerca de un caso de celos. En Imago Agenda. N°187. Página 28. ISSN: 1515-3398
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