Se llama conflicto psíquico a la oposición entre exigencias internas contrarias. Las instancias psíquicas entran en conflicto cuando el ello quiere “liberar” las pulsiones y el superyó las reprime. Es aquí donde media el yo poniendo en marcha los mecanismos de defensa.
Los mecanismos de defensa son procesos psíquicos inconcientes que pertenecen al yo y se traducen en conductas. Estos mecanismos se ponen en marcha para disminuir la angustia que le genera al yo el conflicto mencionado (el ello tiene ganas de… pero el superyó lo prohíbe) y para poder adaptarse. Por eso siempre al hablar de defensas suponemos la existencia de un conflicto.
El problema de los mecanismos de defensa es que nuestra potencia libidinal queda al servicio de conflicto, entonces si bien nos defienden de la angustia, le insumen mucha energía al yo dejándolo empobrecido para realizar otras tareas de la vida cotidiana (como trabajar, estudiar, vincularse amorosamente, etc.).
Es importante tener en cuenta que ninguna defensa es patológica en sí misma (de hecho, todos usamos constantemente conductas defensivas); lo que hace patológica a una defensa es la intensidad y rigidez con la que se la usa. Cuánto más amplio es el repertorio de defensas, más plásticos somos psicológicamente.
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