sábado, 8 de diciembre de 2012

Sentimiento de inferioridad

Muchos niños vienen al mundo dotados de una constitución débil, de una inferioridad heredada. Muchos desaparecen pero la mayoría, con ayuda de los médicos y de sus propias fuerzas de resistencia, sobrevive. Algunos de estos sobrevivientes sufren toda la vida su debilidad orgánica, otros logran cierto equilibrio y otros presentan un exceso funcional a consecuencia de una sobrecompensación.
El estado psicológico que esta debilidad engendra, se caracteriza por un sentimiento de inferioridad mucho más pronunciado que la inseguridad normal del resto de los niños. Esto origina una perspectiva pesimista, duda e incertidumbre que impulsa al sujeto a liberarse de su sentimiento de inseguridad. Todas las funciones psíquicas del niño (memoria, atención, afectividad, valores, etc.) pierden serenidad e imparcialidad y se ponen al servicio del objetivo final.
En esta primera lucha por afirmarse, la educación y la preparación recibida influyen sobre su actitud.
Pero el sentimiento de inferioridad no siempre tiene una causa orgánica. El mismo sentimiento de inseguridad se descubre en los niños sobre los que pesan los reveses de fortuna de los padres, los que se ven privados de amor y los que reciben cuidados demasiados tiernos. En los segundos se detiene del desarrollo de sentimientos altruistas y de su sociabilidad. Los últimos crecen sin conocer dificultades, sin ocasión para entrenar sus capacidades y retroceden ante el menor obstáculo.

Bibliografía:
  • Adler, A. Cuidando al niño. Según los principios de la psicología del individuo. La psicología del individuo. Páginas 7-13.

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