El segundo dualismo pulsional que propone Freud, lo plantea en Más allá del principio del placer. En éste, distingue entre pulsiones de vida (o Eros) y pulsiones de muerte.
En las pulsiones de vida se unifican las pulsiones de autoconservación y las pulsiones sexuales. Éstas tienden a la unión y a la síntesis, a diferencia de las pulsiones de muerte, que tienden a la destrucción.
Los tres motivos por lo que introduce las pulsiones de muerte son:
- Compulsión a la repetición de experiencias displacenteras: hay actitudes que se repiten más allá del placer, es decir que, aunque generen displacer, se siguen repitiendo.
- Nociones de ambivalencia, agresividad, sadismo y masoquismo: la agresividad está en todo, aún en la consecución del placer. Por ejemplo, cuando uno come, arremete, ataca, pero a la vez satisface una función narcisista.
- El odio: aquello que se rechaza es casi más primitivo que el amor. En la diferenciación del yo, se pasa por un yo de realidad inicial, un yo de placer purificado y un yo de realidad definitiva. En el segundo, el bebé se atribuye lo que le satisface y expulsa lo que le genera malestar. Esto no se podía deducir de las pulsiones sexuales.
- Freud, S. (1920) Más allá del principio del placer en Obras Completas. Tomo XVIII. Amorrortu editores.
- Laplanche, J. Diccionario de Psicoanálisis, Pulsión. Editorial Paidós.
2 comentarios:
mmm creo qe hace falta mas informacion acerca de lo qe son las pulciones complementandolo con un buen ejemplo de cada uno salu2
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